domingo, 1 de marzo de 2009

Los lúcidos - Laurent Perrot

Nosotros estamos hechos de la misma madera
De aquella que llamea en la mañana de la primavera
Para alumbrar el fuego de las revoluciones
Demasiado mirar hacia el cielo para comprender
Nos hemos reventado los ojos
Pero nuestro espíritu es luz
Vemos lo que no se ve
Invitados al mundo de lo increíble
Científicos de los sentimientos
Conocemos la relatividad de los seres
Hemos aprendido por memoria la formula de la locura
Para abrir los senderos del alma humana
Amamos la vida más que los vivientes
Ya que de las lágrimas vertidas saboreamos el gusto
Y de la alegría que embriaga somos el frasco
Nada más nos da miedo
Ya que en adelante nuestro espíritu es luz
Detrás de nosotros se inquietan los hombres
Abandonados en las tinieblas
En camino hacia el reino de mañana
Avancemos hacia la muerte con arrogancia
Los ávidos arrepentimientos cubren el suelo
Pero nuestros corazones llenos están levitando
Unidos a la gente pero desunidos de todo
Volamos hacia otros horizontes
Conocemos el precio del silencio
De las largas noches pasadas de inspiración
Pero para siempre presente en nuestras vidas
El alma hermana que nos sigue
Nuestro amor la poesía
Las palabras que nos sobreviven
Para compartir con nuestros hermanos
Los que se habían sabido oír
Los que se habían olvidado de ver
Dentro de la penumbra de su vida
Como una ventana abierta sobre lo invisible
El pájaro raro sin frontera
Una especie siempre a punto de desaparecer
Planearemos sin embargo sobre el mundo
Hasta el fin de los tiempos
Somos de la raza de los lúcidos

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Laurent Perrot

Nació en Avignon, Francia.
Después de sus estudios de cine en París,
en búsqueda de inspiración se ha ido a vivir a Sevilla ,
con el fin de escribir una compilación poética movido
por el encanto de la región Andaluza y de su lengua española.

martes, 3 de febrero de 2009

Lunes
Hoy me toca sufrir por amor y busco en mi ropero una camisa morada o roja.
Manga corta para no tener que planchar.
Prescindo de la corbata porque no tengo una que combine con alguno de estos colores (en realidad no quiero caminar pensando en la posibilidad de que se me quede atorada en alguna puerta de bus o algún engranaje de alguna máquina a vapor) y pinto el cielo de un gris mas bien opaco, le pongo un poco de garúa, tal vez uno que otro charco sobre los baches y uno que otro limosnero, para codear a ese orgullo que tenemos los hombres al compararnos con la ruindad y mala fortuna de los otros seres de dos patas y traseros calvos.
Con la constancia de unos pasos al ritmo de una respiración agitada, me dejo seducir por Dios y, aunque me cueste unos gestos horribles de la cara, me río de Nietzsche mientras cae a un pozo de estiércol equino. Me dejo caer la patilla semiondulada y llevo mis manos para peinar con los dedos mis cabellos que se dejan llevar por el mismo viento que no cambié por el de ayer, por el que sentía en el día en que me tocaba ser feliz.


Medianoche
Yo quiero olvidarte pero existe la rosa
los caminos perversos, la palabra moribunda
el olor a tu vientre plano
y el sonido que haces cuando no eres tú la que viene.
En realidad yo quiero matarte.

Y bebo sobre esta mesa.
amargo
solo
conocido
sobre esta mesa.
Yo quiero que me atiendan, ¡rápido carajo!
que vengo de caminar una calle muy larga para que se me olvide el recuerdo.


Martes
Hoy me toca morir. Hoy me puse corbata y antes de salir quemé las camisas roja y morada. Caminé con la misma respiración agitada, cerca de los engranajes de una máquina que no sé encender todavía y me dejé tentar por Nietzsche y me revolqué como cerdo en orgasmo de 4 minutos sobre el pozo de estiércol equino. Le puse noche a Lima, cielo nublado, un verano espantoso y pinté en el camino un jirón peligroso,
y en delirio de amplia sonrisa me dejo robar a golpes y espumarajos.

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Felipe Revueltas. Lima, 1983. No le ganó a nadie, a nadie le quiere ganar. Escribe porque tiene la oportunidad de hacerlo y a veces no lo hace porque no le da la gana. Pero siempre, siempre lucha contra sí mismo para no agarrar y gran bolígrafo y pintar toda la ciudad, ya sea con intentos literarios, con insultos, o simplemente escribir cosas como: "Mañana seré feliz". No sé. A la mierda con esta áutobiografía.

miércoles, 21 de enero de 2009


IX
En algún lugar de por la calle primavera
A ella se le cayó el corazón hasta los talones
Por el pasos de bigote claro
Que percudido cantaba
Amanecidas en las lluvias
Y los talones jamás le sirvieron para buscarlo
A ella le dieron uñas más largas
Él sólo pasaba semanas enteras
Como se pasa dos ases bajo la mesa o mamá la mantequilla
A ella le visitaron todos los meses que lloraban las bisagras
En el sótano oxidado
Hallo el martes de la calle
Callada. Se miraron, cerveza
Hablaron de Vallejo y se mandaron a la mierda.

X
Yo digo el verso
Digo el día
Cada segundo
Y yola noche
La existencia de Dios
El amor
Mis manos dicen tus manos
Mis ojos los tuyos
Yo ya dije y me callo.

XII
Aquí ya no cabe ni una palabra.
Ayer até mis zapatos a los caminos de la última vez
Ya no caben más espacios en blanco
Los vacíos me quedan holgados.
Ya ni esta mañana.
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Poemas enviados por Rigoberto La Torre. (No mandó biografía) Igual lo publicamos.

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